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Diseñar el huerto ecológico es lo primero que debemos plantearnos, pues conviene realizar una buena distribución de los espacios disponibles a fin de aprovecharlos al máximo y conseguir los mejores resultados con el mínimo esfuerzo.
Tan importante como el correcto diseño es el planificar los cultivos que deseamos realizar en el huerto ecológico; para ello será necesario que reflexionemos a fondo sobre nuestros gustos culinarios y las necesidades de consumo cotidiano. No tiene mucho sentido plantar veinte coles porque nos regalaron las plantitas si no solemos comer col más que ocasionalmente.
En cambio, si todos los días comemos ensalada de lechuga, convendrá ir sembrando y plantando con regularidad (cada quince días o una vez al mes plantaremos unas quince o veinte lechugas); con ello tendremos un cultivo escalonado a lo largo de los meses y nunca faltarán en la mesa.
Con tres o cuatro matas de calabacín bastará para el consumo familiar, con más de diez matas nos veremos obligados a regalar kilos y kilos de calabacines. También hay cultivos complicados, como el de los melones o las sandías, que vale la pena dejar para cuando tengamos más experiencia o sólo si realmente nos sobra sitio, pues ocupan mucho espacio para los tres o cuatro melones que puede dar cada mata.
Una buena planificación requiere conocer los ciclos de cultivo de cada planta o variedad y saber más o menos el tiempo que ocupará el terreno, ya que éste varía desde un mes, desde la siembra a la cosecha, en los humildes rabanitos, a los tres a cinco meses (incluso más) que ocupan el bancal unas zanahorias. Sin olvidarnos de que, para mantener la salud y fertilidad de nuestro huerto ecológico, sería interesante respetar las rotaciones de cultivos y no repetir en una determinada parcela una misma familia de plantas varios años seguidos, pues se especializan ciertos parásitos que a la larga podrían causar serios problemas; lo ideal es respetar rotaciones de cuatro años, como mínimo.
Las herramientas de un huerto ecológico
En realidad, una vez realizados los bancales o dispuestos los maceteros, se requieren pocas herramientas para las labores y el mantenimiento del huertoecológico (alguna azadilla o legón, paletas trasplantadoras, un escardador, un rastrillo y poco más), ya que la tierra permanece siempre mullida, al no ser pisada, y muchas labores las podemos realizar simplemente con las manos, lo que nos permite un mayor contacto con la naturaleza y la vida.
Los problemas eventuales en el huerto ecológico
En cuanto a plagas y parásitos, la experiencia nos demuestra que las plantas cultivadas de forma sana y respetando sus ciclos biológicos y ecológicos (e incluso cosmológicos) mantienen a raya a la mayoría de parásitos y enfermedades actuando de insecticidas naturales, siendo escasas las ocasiones en que hay que acudir en su ayuda y, además, para esas ocasiones, los agricultores ecológicos disponen de numerosas plantas medicinales reforzadoras de las plantas cultivadas, repelentes de parásitos o directamente con propiedades insecticidas naturales.
En casos graves también podemos recurrir a los insecticidas naturales a base de extractos de plantas o minerales, carentes de toxicidad para los consumidores de los cultivos tratados.
Respecto a las malas hierbas, la práctica del acolchado orgánico con paja o restos vegetales reduce considerablemente su presencia, aparte de proteger el suelo y las bacterias de la radiación solar perjudicial, y ayuda a minimizar la evaporación del agua, reduciendo las necesidades de riego.
Tiempo y experiencia para un huerto ecológico
Lo más importante de todo son las ganas y el desarrollo de la suficiente capacidad de observación y sensibilidad que permitan ir realizando las labores precisas en el momento adecuado; en este sentido, queda claro que la experiencia hace maestros y que nadie nace sabiendo, sino que, día a día, con la práctica vamos aprendiendo. Y si al principio no nos satisfacen los resultados, no hay que desanimarse, con el tiempo obtendremos plantas y cosechas realmente espectaculares.
La naturaleza es muy agradecida y, si somos capaces de observarla con cariño y atención, fluyendo con ella en vez de ir en su contra o intentar forzarla en exceso, los resultados son siempre gratificantes. el cultivo del huerto familiar ecológico (por reducido que sea) resulta una actividad sumamente creativa y gratificante, al tiempo que es una excelente terapia anti estrés.